El fin del mundo en Olot











El mundo se termina con cuatro disparos de la escopeta de caza del albañil Pere Puig un día de diciembre de 2010.

Quedan las manchas de sangre en la pequeña sucursal bancaria. El rostro de la viuda que con dos disparos sucesivos perdió a su marido y a su hijo. Los ojos de las dos huérfanas que dejo la empleada del Banco.

Cuatro disparos. Con el primero Puig mata a Joan Tubert, contratista de obras. Tubert no llega a jubilarse como tenia planificado. Con el segundo disparo acaba la vida de Àngel Tubert , el hijo de Joan. Angel no llega a tomar las riendas del negocio de su padre. Puig deja huérfano a su pequeño hijo. Con el tercer disparo termina la existencia de Anna Maria Pujol, cajera en la Caja Mediterránea. Anna no alcanza a tomar el café que cada mañana se sirve en el bar de la esquina. Puig le roba la madre a sus dos hijas. Con el cuarto disparo Pere Puig pone fin a la vida de Rafael Turró, subdirector de la misma Caja Mediterránea que Anna Maria. Turro no podrá correr la carrera maratón ese domingo, actividad a la que era aficionado.

El constructor Joan Tubert le anuncio a Pere Puig que se quedaba sin trabajo. Le debía el aguinaldo del 2009. Cuatro millones quinientos cuarenta y siete mil setecientas personas ya no trabajan. Veinticuatro mil trescientos dieciocho personas ingresan al paro en diciembre de 2010. Es el diecinueve coma setenta y nueve por ciento de la población.

Los frutos son de los que trabajan, la vida es diferente según se sea patrón o empleado. Las deudas pagadas hablan bien de quien las paga, quien incurre en mora esta mal visto. Las escopetas de caza se usan para cazar jabalíes. Todo eso, junto con todo lo demás que sostiene la existencia, ha llegado a su fin.

"Estaba en mi cabeza, me dominaba, como si fuera una serpiente. Me miraban mal, ponían mala cara, iban en mi contra” le dice Pere Puig al juez. Entonces el mundo se termina

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