La obesidad mórbida de Occidente

Picnic- Fernando Botero

Oriente fagocita lo que queda de un Occidente agónico gracias a un déficit de balanza comercial que no para de crecer. Frente a la retracción de EEUU y Europa, China crece exponencialmente. La demanda de indumentaria y alimentos a bajo costo es un factor clave en la decadencia de occidente. EL PBI de Occidente no puede ser de más del 2 %, por el desastre ecológico y la colosal deuda pública de regiones que ya no podrán pagar sus obligaciones pendientes. La producción de Occidente se ha trasladado a factorías asiáticas en las que los esclavos absorben la plusvalía de los costos de producción. La ruta de la seda se revitaliza, Europa pronto será solo un apéndice de Asia.

Como en un cuadro de Botero, el sol implacable cae sobre las carnes relajadas y las inflexiones plegadas de piel rozagante. A pesar de habernos liberado de la opresión de las prendas en la liviandad del calor estival, seguimos atrapados en la grasa que cuelga de nuestros huesos. Los alimentos procesados han hecho su trabajo. Cae la tarde sobre el paisaje de cuerpos desproporcionados y grotescos. Por suerte agosto termina y esta percepción da paso a una nueva metamorfosis.

En setiembre se regresa el homo faber. El vademécum y el desenfreno de los cuerpos desnudos vuelve a encauzarse en una percepción ordenada. Bien presentados y con nuestras vidas en orden, nos convertimos en hormigas al servicio del aumento del PBI de Occidente. Nos exigen que recuperemos el tiempo perdido y seamos productivos de maneras cada vez más desmesuradas, en nombre del amo del Capital.  Pero es inútil este esfuerzo de hombres y mujeres calzados con la última moda de Zara. El PBI no alcanzará jamás el crecimiento exponencial del 7 % de los chinos. Se quedará en un 1,5 %, El déficit comercial y la deuda pública seguirán creciendo exponencialmente. Los industriales chinos y los bancos se quedarán con todo. En octubre la guerra comercial estará perdida.

Obreros que nunca verán sus cuerpos rendidos a la bondad del verano como nosotros, trabajan día y noche  para vestirnos. Su opresión es el factor clave para el desbalance de la balanza comercial que acabará con el mundo tal y como lo conocemos. Nuestra adicción a lo barato y a la comida basura hacen el resto. Las factorías de producción de alimentos no paran de procesar basura adictiva, componentes que hacen las delicias de nuestro paladar, elementos de fácil almacenamiento y rápida preparación que nos llenan de colesterol letal, elementos cancerígenos, grasa e hidratos de carbono que no terminamos de digerir nunca. 

Como cuando cayó Constantinopla, Occidente está perdido.  Esta vez no son los otomanos con cañones los que hacen caer las murallas de los últimos bastiones.  Como una condena inconsciente, es nuestra propia adicción a lo barato y fácil lo que nos hace caer en las garras de un destino de intrascendencia. Una noche que puede llegar a ser más larga e improductiva que los quince siglos de Edad Media.

Bajo las telas transportadas a través de la antigua ruta de la seda intentamos ocultar la grasa que se acumula en nuestros cuerpos hasta el próximo verano. Con nuestra demanda interminable de cosas baratas y nuestra productividad estéril, alimentamos los bolsillos de los explotadores, los especuladores y los financistas. Ellos se quedan con la plusvalía de todo lo que se produce en Occidente y Oriente, mientras nos quejamos de los inmigrantes y nos imaginamos que aún son posibles las Naciones.  

El próximo agosto, nos miraremos desnudos en la arena, rendidos bajo el peso del descontrol alimentario y productivo. Nuestra grasa será más evidente. Y tampoco  existirá todo el dinero que debíamos producir  para detener la decadencia de Oriente y Occidente.

Comentarios

EDU SIVORI ALT ha dicho que…
Me gueto mucho Ariel. Tu narrativa llega al corazón. Toda es muy buena en general. Te apreduras a vomitar la justane te x q sus pasional y sentimental. Un previo pulido a veces permitirá que el brillante brille y sea aún más bello de lo que es. Edu Sívori Alt

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