Zombis
- Creo
que lo he matado Susi.
- Mirá
a la hora que llegás. No te hemos dejado nada para cenar. Encima ni siquiera me
avisás. ¿Ves como sos?…Cambiás de planes y me jodés la vida.
- Sucedió
algo grave. Creo que lo he matado
Mi hijo mayor me mira, incrédulo. Es
el único que está escuchando lo que digo. Los otros tres duermen. Susi está abstraída poniendo las cosas en la
heladera. Luego prepara la merienda y las mochilas de los niños. Lautaro se me
acerca.
- ¿Cómo
que lo mataste papi?
- Creo
que lo he matado. Primero le hice comer el formulario. Eran dos hojas tamaño A
4 que le hice tragar con todos los datos que me había pedido que le complete: Dirección,
teléfono, DNI, cuenta bancaria. Después le partí una silla en la cabeza.
- ¿Y
por qué hiciste eso?
- Porque
me hartó. Me dijo que si no había una cuenta para
hacer el débito todos los meses de manera automática no me iba a inscribir en
el taller de riso terapia.
- ¿Y
por qué te enojaste tanto?
- Porque
los bancos nos oprimen, nos tienen a todos sometidos. Ese imbécil no es más que
un sicario de un sistema que nos quiere quieren controlar. Ese
idiota me tenía que inscribir, nada más. Le ofrecí efectivo. Pero
quería una cuenta bancaria. No tengo cuenta porque tengo todo embargado por tu
madre con el tema del divorcio y por una serie de acreedores,
- ¿Qué
es la riso terapia?
- Es una terapia a través de la risa que permite a las personas sanar sus problemas riendo y haciéndose compañía agradable.
- Es una terapia a través de la risa que permite a las personas sanar sus problemas riendo y haciéndose compañía agradable.
- Que
divertido.
- Sí,
pero este imbécil no me dejó inscribirme y lo tuve que matar.
- ¿Matar?
- Si,
después de hacerle comer el papel que me hizo rellenar, le partí la silla en la
que estaba sentado por la cabeza y quedó ahí inconsciente o muerto.
- Lautaro,
por favor andá a la cama- dice Susi. ¿Vos te quedás a dormir Tino?
- ¿
Qué te parece? ¿Me quedo o me voy a mi casa? Mañana viene la policía a buscarme…
eso quizás te traerá problemas.
- Por
mí quedate. Podés dormir en el sofá. Otra vez si venís avísame, así te
guardamos comida.
Lautaro se baña, se pone el pijama y
se va a su cama. Susi se ha puesto ruleros,
se ha calzado una bata con flores y se ha encerrado en su pieza, como cuando
éramos marido y mujer. Mientras miro las
noticias sobre la invasión rusa a Gdansk y el acuerdo de los chinos con los
argentinos, me pregunto qué hago en este
living a esta hora. Lautaro se me acerca,
como si me leyera el pensamiento. Solo tiene doce años, pero a veces razona como un grande.
- ¿Por
qué viniste esta noche acá y no te fuiste a tu casa papi?
- - Vos
te tenés que dormir, no es hora de andar hablando.
- Pero
me dijiste que mataste un hombre. No puedo dormir pensando que le partiste la
cabeza o algo peor. Esas cosas solo se ven en los video juegos y en las
películas de zombis.
- Vine
porque creo que mañana estará la policía en mi casa.
- Mamá
se va a enojar si viene un detective y le hace muchas preguntas.
- No
me harán preguntas. Las pruebas son contundentes, no le voy a causar ningún
problema a mamá. Si me llevan me meten en la prisión y punto, hay testigos y
están mis huellas por todos lado.
- Esperemos
que mamá no se enoje cuando te lleven.
- Vas
a estar en el cole cuando eso pase, no te vas a enterar. Voy a tratar de irme
temprano. Por ahí desaparezco un tiempo. No te tenés que preocupar. Sos
un chico y tenés que estudiar. Cuidá de tu hermanos. A tu mamá hacele caso en
todo.
- Pero…
¿qué les digo a mis amigos si es cierto que mataste a ese hombre? ¿Les digo que
tengo un padre asesino?
- Deciles
que todos somos frágiles y que podemos cometer errores…
- ¿Matar
a un hombre porque no le podés dar una cuenta de banco es un error?
- En
cierta forma sí. Ahora andá a dormir.
La noche se hace eterna. En la
televisión solo aparecen canales pornográficos y sensacionalistas. Se suceden
escenas de sangre y de sexo explícito.
Estoy tentado de golpearle la puerta a Susi. Entonces ocurre algo extraño. Susi
está junto a la nevera, sirviéndose un
vaso de leche.
-
Tengo
insomnio y mañana tengo que trabajar…Es un stress infernal no doy más. – dice
en voz muy baja. Me acerco desde el sofá y la abrazo.
- Se te ve muy bien-
miento. Aún tiene crema en la cara y percibo su aliento a ajo.
- No
quiero sexo esta noche Tino, perdóname. Estoy muy alterada, necesito relajarme.
- Bueno…quiero
contarte lo que pasó en la secretaría del taller de riso terapia…es muy grave.
- Mañana
me lo contás. Ahora no me entra una sola ficha más. Me voy a dormir y mañana en el desayuno hablamos.
- Creo
que me iré a la madrugada.
- Bueno,
entonces...otra vez que vengas- Susi cierra la puerta. Me quedo en la
oscuridad.
Apago el televisor y escucho unas sirenas, a lo lejos.
Con la primera luz del amanecer me
levanto. Remuevo la escarcha al vidrio del auto usando la manga de mi chaqueta.
Es una mañana helada, pero por suerte el coche arranca bien. Me queda
algo de dinero para gasolina. Al final es una suerte que no haya podido
pagar la matrícula del taller de riso terapia en efectivo. Lo que no sé es
donde pasaré la próxima noche, porque a mi casa no me animo a volver.
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