El hambre






El lenguaje está en crisis ¿Qué pasa si nombramos las cosas desde los valores en vez de su significado instaurado desde la manipulación? El lenguaje es un sistema normativo,  un código que jerarquiza sonidos y caracteres en pos de un significado más amplio. Por eso, si modificamos los valores, modificamos el lenguaje y en última instancia, el comportamiento. Si sabemos lo que es importante es posible  hacer que la democracia y la participación funcionen. El tema es entender, desde la inteligencia individual y colectiva, qué es lo importante. Y a partir de allí, empezar, de nuevo,  a nombrar las cosas por su nombre.

    Llamamos justicia al abandono. Si la mayoría de los padres, el sistema educativo y el gobierno opinan que los niños deben pagar para comer en el comedor escolar, mis hijos se quedan sin comida si en mi familia no tenemos recursos para pagar el comedor.  La comida está ahí, sobra. Si mis hijos no la comen nadie gana, salvo los microbios que se comen los restos de la comida sobrante que termina en la basura. Si los padres y el sistema cambian sus valores la situación puede cambiar.   A todos los niños se les de comer gratis, sin restricciones, no importa la situación de sus padres..  No se trata de que la comida se pague, se trata de que los niños coman. Porque los niños tienen derecho a comer.

Llamamos escasez a la  irracionalidad. Las energías alternativas son abundantes. Se podrían generar cantidades suficientes de energía para que a ninguno de los más de 7.500 mil millones de habitantes del planeta les falte la luz, el agua o la calefacción. No es un problema de escasez, es un problema de irracionalidad.

Llamamos solidaridad de grupo al egoísmo ¿Hasta qué punto las decisiones individuales y colectivas se toman priorizando nacionalismo, religión, xenofobia o codicia?¿No sería más inteligente nombrar las cosas desde nuevas categorías como armonía, placer, solidaridad y felicidad entendida como la capacidad de compartir, no de acumular en beneficio de un individuo, una nación, un grupo religioso, étnico o una clase social?

Llamamos guerra a la aniquilación de inocentes. ¿No tendría que preocuparse la comunidad internacional de quitar a los niños de en medio de los misiles, ya que ellos tienen un derecho inalienable: la vida.? Si en vez de intentar resolver un conflicto como el de Hamas e Israel o el de Siria cambiamos las prioridades, sabremos que lo primero que hay que hacer es sacar los niños y llevarlos a un sitio seguro. ¿Si los soldados no encuentran otra manera de arreglar sus diferencias que aniquilarse, por qué tienen que morir también niños?

Llamamos economía a la acumulación. Si en vez del crecimiento la actividad económica prioriza el respeto por los recursos y la solidaridad como fuente de felicidad se podría hablar de un nuevo paradigma de desarrollo sustentable y  calidad de vida que sustituya al de acumulación de riquezas.

Aunque el hambre se siga llamando hambre, el petróleo se siga llamando petróleo y la corrupción se siga llamando corrupción, si se cambian los valores cambia el significado. Entonces se abre  un camino para actuar de manera diferente. Si no cambiamos el punto de partida, los valores, el lenguaje siempre nos lleva al mismo sitio, y ganan los de siempre y por ende, pierden los de siempre. Entonces la democracia carece de sentido.

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