Reacciones a la Filosofía Disneylandia






Fotografía de Carolina Cristal

Fotografía de Carolina Cristal

Fotografía de Carolina Cristal 
Imatges no disponible: Reacciones a la Filosofía Disneylandia

Reacciones a la Filosofía Disneylandia.



En Disneyland París, centro geográfico y cultural de Europa, se ha inventado una nueva atracción temática. El "tren filosófico existencial que viaja en el tiempo" plantea en cada parada oportunidades de interacción con filósofos, pensadores y políticos de todas las épocas.
Los pasajeros pueden debatir con el mismísimo Aristóteles acerca de la percepción de la realidad. Con Platón pueden diseñar el hombre ideal. El juego permite polemizar con Spinoza, Hobbes, Locke, Nietzsche, Freud, Marx o Tomás de Aquino acerca de la fundación del pensamiento contemporáneo. Los pasajeros pueden entrevistarse con Thomas Robert Malthus y echarle un vistazo a las teorías que sostienen que en el mundo no hay lugar para todos. Se interactúa con pensadores de todas las épocas desde esa cualidad de reproducción uno a uno que tienen los norteamericanos. Las figuras de cera y los hologramas están ordenados según criterios cronológicos y líneas de pensamiento. Alimentado por Wikipedia, el discurso no se limita a afirmaciones en blanco y negro. Los debates con pensadores plantean matices según la capacidad de comprensión del interlocutor. Incluso se pueden cuestionar consignas de políticos en funciones. Con Angela Merkel se puede polemizar acerca de lo que significa "adaptar la democracia al mercado". Se le puede preguntar a Obama que diferencia hay entre morir con una bala normal y un armamento químico, si al final se muere igual. El juego tiene una sección social participativa. Allí las personas pueden elegir espacios de expresión con influencia del pensamiento sobre hechos históricos. Los que se entusiasman pueden coincidir con el nacionalismo xenófobo de fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Los integristas pueden visitar a dictadores de distinta talla de todos los tiempos y pedirles que regresen. Los creyentes pueden debatir con el Papa el nuevo rumbo que puede tomar la Iglesia y su amenaza de extinción si no cambia. Si se es belicista se puede asistir a alguna batalla perdida e intentar revertirla. Si se es conciliador se pueden tejer alianzas entre personajes y grupos antagónicos. Si se es revisionista se puede resucitar algún postulado, avivarlo con el fuego de nuevas ideas y exponerlo a los pensadores y políticos para su reformulación.
Imatge no disponible: Reacciones a la Filosofía Disneylandia.Fotografia de Carolina Cristal.
Para evaluar las reacciones del mercado, los analistas de Disney diseñaron un test que aplican cuando la gente sale del tren. A partir de esta experiencia hiperrealista, los clientes están invitados a extraer conclusiones. Los expertos redactaron un informe con los perfiles que identificaron:
Dos tipos de personalidades se manifiestan entre los que participan de esta experiencia: La primera es una reacción visceral en la cual se enarbola una bandera cualquiera. Esta sensación está poblada de una nostalgia atroz por el mundo ordenado y pautado del Medioevo. Los que tienen esta respuesta han sido encuadrados como románticos. Estos suelen representar el pensamiento como les da la gana, tienden a compartir sus percepciones con grupos lo más amplios posibles. Concluyen entonces que todo el mundo está convencido de sus postulados. Así es como pueden llegar a embanderar un territorio, generar adhesiones masivas, reproducir tradiciones míticas, rescatar postulados ancestrales, enarbolar argumentos irrefutables. Pueden alimentar el odio y el desprecio por el diferente. Pretenden ser ellos mismos, su grupo y su tribu o nación por encima de cualquier matiz.
El segundo grupo es el de los librepensadores. Estos siempre se sienten extranjeros, aún en su propia tierra. Miran todo con afán turístico y explorador. Suelen divertirse con la tendencia al caos. Intentan salir de la confusión, por lo general sin lograrlo, con un orden lúdico y creativo. Según los analistas de mercado: Los librepensadores nunca están preocupados por lo que piensa la mayoría, ni les parece claro que haya que reivindicar nada. No buscan el equilibrio a partir de la diferencia y la articulación de discursos coherentes. Los librepensadores tienden a fabricar nuevos conceptos, realidades y oportunidades a partir de las crisis precedentes. Incorporan eclécticamente pensamientos para generar creaciones alimentadas desde una sinergia generosa, esencial y auténtica. El elemento es clave para este tipo de personas. Demuestran capacidad para conectar con lo que íntimamente los sostiene, con su motivación profunda. Otro espíritu que rescatan los libre pensadores es el de comunidad. En el viaje en tren hay un filósofo que llama poderosamente la atención a los de este grupo. Se trata de Baruch Spinoza. Expulsado de la comunidad judía en Amsterdam durante el siglo XVII, a los 24 años, Baruch Spinoza ha sido ignorado como fuente de inspiración en la conformación del pensamiento contemporáneo. Spinoza sostuvo racionalmente la posibilidad de generar una sociedad basada en el concepto de comunidad. Redes sociales y movimiento políticos espontáneos basados en esta idea se fundaron por parte de los "librepensadores", por supuesto sin llegar nunca a nada concreto.
La atracción turística ha tenido enorme éxito. El "tren filosófico existencial" ha revitalizado un Disney que se mostraba aburrido. El turismo en Francia está en su mejor momento, los visitantes se cuentan por millones. Lo que comenzó como un test de mercado ha encumbrado a los analistas de mercado y a los diseñadores de atracciones que organizaron el tren en gestores de una nueva realidad en Europa. A través de las redes sociales, el efecto se ha multiplicado y se han desarrollado dos movimientos claramente diferenciados. Los analistas han dividido el mundo en dos categorías que están conformando un nuevo mapa político: los "románticos", que están embanderando países, echando extranjeros y culpabilizando a un devenir histórico de todos sus males. Y los "librepensadores", que están cada día inventando categorías nuevas, que no se interesan por clasificar nada ni culpabilizar a nadie de sus males. Con la inminente salida de una crisis global que va a cumplir casi diez años, no hay persona en el mundo que se niegue a elegir bando en este debate. Los que no pueden ir a París participan por Internet. En la web de Disney se ha desarrollado una experiencia virtual que está perfeccionada hasta niveles aún más realistas que la vivencia personal. Los analistas han puesto a consideración de los votantes los dos perfiles y la gente se inscribe en un foro abierto de debate en el cual se generan cambios en el pensamiento y la política a nivel concreto.
Imatges no disponible: Reacciones a la Filosofía Disneylandia.Fotografia de Carolina Cristal.
El resultado de algo que empezó como una simple atracción turística es sorprendente: los "románticos" han ganado la partida. El mundo se ha convertido en un conglomerado de trincheras cerradas. Hay prácticamente una bandera por cada pequeño rincón del planeta. El espíritu localista y sectario se ha impuesto sobre cualquier otra consideración. Los "librepensadores" han sido erradicados del planeta. Disney ha montado una nave espacial, financiada con la misma inocente voluntad de entretenimiento que el "tren filosófico existencial". A los "librepensadores" se los ha mandado a explorar el Universo para ver si hay vida y oportunidades en otros planetas. Con esto los "románticos", que además son gente pragmática, han logrado dos objetivos: por un lado se avanza en la carrera espacial sin demasiado costo. Por otro lado, sus ideas logran un dominio completo sobre la Tierra. Su postulado es muy sencillo. Aparece con luces de neón en la entrada de cada pueblo: "No hay nada mejor que lo mío". Así se sepulta el concepto de comunidad de Spinoza y la creatividad de los "librepensadores". Nadie admite ni el matiz ni la diferencia. Se ha creado la sociedad de los muros y de las palabras vacías.

Comentarios

Entradas populares