Verano de 1983















El verano sos vos, en esa foto. Estás junto a mi hermano y a otra chica. No nos acordamos su nombre, el de la otra chica. No sabemos quien era. Llevaba un sombrero amarillo. El verano es este mismo mar Atlántico, el Mediterráneo. Una duna con mis hijos incrustados con sus bicicletas en la arena. Intentando arrancar, encontrar la ciclovía. Aquí, en Villa Gesell, al Sur de Francia, continúa el verano. Mi hermano está vivo. No se ha ido nunca .Es hermoso, tierno, tiene toda la vida por delante. Es tan joven, ni siquiera le ha cambiado la voz.

Mi hermano es tan joven que no morirá nunca. En este verano, en Europa, no ha muerto aún. Mis hijos, con las bicicletas incrustadas en la arena dejan caer la tarde, él está aquí.

Aún no había terminado ese día. Aún no había empezado otro día en Villa Gesell. No habíamos hablado horas, caminando por el bosque de pinos. Aún no había llegado el último día. Nuestros labios no se habían tocado. No había mirado el cielo, recostado desde el asiento trasero del Peugeot 504, viendo la forma de lágrima de la nube blanca, de regreso a casa. La carretera, los otros autos, la llegada a casa anunciando el fín de la playa, no del lado del mar, sino del lado del cemento. No había descubierto como el verano se termina de golpe. Ni como un Proceso de Reorganización Nacional puede ser en realidad una dictadura. Una persecución de un terrorista puede ser un campo de concentración. Lo que es un desaparecido. Lo que es volver a la democracia en el año 1983.

El fin del verano es la primera carta tuya que llega a casa. Está tu olor, tu mirada ahí, estoy totalmente prendido de tus letras prolijas, de alumna de primario, sencillas y claras. Leo como cada frase hilvana la otra. No decís absolutamente nada que me interese. No develás ningún secreto. No hay ninguna pista. Eso es lo que me cautiva. Guardo las cartas con devoción en un rincón de mi armario, arriba de todo. Cada tanto las saco. Y las respondo en el mismo tono neutro, medido.

Fuiste el verano ese, el siguiente y todos los demás. Ahora el verano se invirtió, estás aquí entre mis hijos, en el Sur de Francia, esperando besarme.

A mi hermano no lo mataron en una guardia seca con la ciudad dormida a sus espaldas. No le quitaron el aire de los pulmones, no lo ahogaron. Mi hermano vive, como viven tus cartas. Aunque no esté él aquí. El verano está aquí. La arena blanca trabando las ruedas de las bicis. De nuevo estamos en Villa Gesell, en el Mediterráneo. Estamos todos juntos, la chica del sombrero amarillo, vos, yo, mi hermano, mis hijos que tienen las rueditas trabadas en la arena.

Comentarios

Silvi ha dicho que…
Great Entry Ariel - a pleasure to read your words - always inspiring, always alluring...
Silvi

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